viernes, 6 de junio de 2014

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Sé que prometí no volver a recordarte, ni a pensarte, ni siquiera a susurrar tu nombre en la oscuridad de mi habitación después de despertarme alterada de un sueño en el que te marchas. Sé que lo prometí. Sé que no vas a volver, lo dejaste muy claro en tu última carta. Y, a veces me pasa, que ya no sé si eso fue real o es otra de mis malditas pesadillas; entonces me confundo y me pongo a sonreír pensando que en cuanto mi mundo se derrumbe aparecerás tú para ayudarme a reconstruirlo. Pero, ¿sabes qué pasa? que mi mundo cae y se rompe en pequeños pedazos, pero tú no apareces. Y entonces es cuando llego a ser consciente que todo aquello fue real.
Quizás debería pasar página, quizás. Pero cada vez que lo hago vuelvo a escribir tu nombre en el rincón. Y ahora sólo queda una libreta llena de garabatos inútiles, de te quieros que jamás serán leídos, un "para siempre" borroso por mis lágrimas y algún que otro poema que habla de tu forma de reír.
Por cierto, ¿recuerdas todas aquellas promesas que nos hicimos? He estado buscándolas pero no las encuentro, creo que jamás existieron.

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