lunes, 22 de septiembre de 2014

Cómo, cómo, cómo.

¡Y cómo moría por sus clavículas!
Cómo me gustaba besarlas, acariciarlas y sentir como se erizaba su piel al roce de mis dedos.
Cómo de loca me volvía susurrale "te quiero" al filo de esa piel.
Cómo deseaba clavarle mis uñas en su espalda mientras sus gemidos sonaban totalmente arrítmicos al filo de mi oreja.
Cómo necesitaba esos besos, tan calientes y tan fríos a la vez.
Y cómo dolió esa ausencia de cuándo la vi marchar.
Cómo dolió ver que jamás volvería a sentir esos besos, esos gemidos y esa piel erizada que desprendía un perfume que conseguía evadirme del mundo.

Y cómo me duele echarte de menos y cómo espero que vuelvas.

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