miércoles, 22 de enero de 2014

Nuestra belleza.

Ella no se ve bonita ni perfecta. Pero ni siquiera se da cuenta de la belleza que desprende en la delicadeza de cada movimiento, como si en cualquier momento se fuera a romper en mil pedazos. De la belleza del sonido de su risa en mis oídos, de su sonrisa, de su caminar; de la belleza de ser ella misma.
No se da cuenta de lo bello que es poder perderse en sus marrones ojos o de enredarse en sus labios durante unos segundos, sin respiración. No se da cuenta de la belleza del contacto de nuestras pieles en cada abrazo; ni de la belleza de cada roce de nuestras manos.
No se da cuenta de que me encanta su belleza;
nuestra belleza.

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