sábado, 18 de enero de 2014

La triste historia de perderte a ti mismo.

No, no te vayas. Vuelve. 
Se desvanece, no puedo parar de andar y su figura cada vez se ve más pequeña.
Corre, aún puedes alcanzarme.
Un último grito, un último esfuerzo. Sé que puede alcanzarme, sé que podemos seguir de la mano durante el camino. ¿Por qué tuvo que caer?
No, levántate, dan igual las heridas. Acabaran siendo cicatrices. Vamos, a arriba.
Siento mi garganta desgarrada, mis pies no paran de avanzar.
Por favor, ven. Levántate y ven. Yo te curo.
Un punto en el horizonte. Y, de repente, nada. Sólo oscuridad.
Adiós.

No hay comentarios:

Publicar un comentario